Al pobre no lo llaman para cosa buena

Al pobre no lo llaman para cosa buena, es un cuento clásico dominicano escrito por Emilio Rodríguez Demorizi. Este ocurre en Puerto Plata, dónde el gobernador general Lavera, ordena a todos los pobres del distrito a reunirse, allí los interroga y todos a excepción de uno dicen que viven de la caridad y el que no, llevaba trozos de metal en el bolsillo para simular dinero. El general ordena a este último a irse a su casa y fusila a todos los vagos. Aunque parece un cuento popular, la verdad es que sí pasó, solo que el general se llamaba Miguel Lovera, gobernador de Puerto Plata  en 1866 durante el segundo gobierno de Buenaventura Báez, aunque erróneamente dicen que fue durante Lilís. Y sí, él hizo eso con los mendigos, era todo un personaje. Una vez cuando él estaba persiguiendo a dos delincuentes disparó por accidente matando a su caballo, quedó tan arrepentido que obligó a los puertoplateños ha realizar un extravagante funeral al animal como si se tratara de un héroe nacional, parecería broma, pero está registrado en los libros de historia. Regresando a sus fusilamientos algunos creen que originalmente él envió a los pobres a Haití, algo que no tiene sentido por la relación que tenía ambas naciones en ese momento y al no haber pruebas. Esto es una confusión, pues cuando fue derrocado Baéz tuvo que huir hacía Haití, porque ya el pueblo estaba cansado de sus locuras. Desde ahí en el año siguiente organizó una expedición el 7 de octubre en Monte Cristi para traer de vuelta al poder a Baéz. Semanas después, cayó en combate frente a los revolucionarios de Luperón en un campo de la Esperanza en la actual provincia Valverde.